domingo, 21 de febrero de 2010

Missing


¿Puede alguien simplemente desaparecer sin dejar rastro? ¿Dónde están Mami, Laif o Pancho?



No lo conseguiré entender nunca. A los perros, y al parecer ahora también a los gatos, nuestros dueños nos ponen chip para que se les pueda localizar si nos perdemos. Simplemente hay que llevarnos a un veterinario y él se encarga de todo. Si tuviésemos algún accidente nos recogen los servicios de limpieza de las carreteras o de las grandes ciudades, nos leen el chip y nuestros dueños ya saben dónde encontrarnos. Si vagamos por el campo o por las calles, alguien simplemente debe dar la voz de alarma y la policía se hace cargo de nosotros hasta que vengan nuestros atribulados dueños.

Todo parece muy simple, pero hay muchos perros desaparecidos. Mi madre todas las semanas hace una búsqueda de Pancho, el sharpei del vecino. Hace un mes que desapareció pero ella sigue pegando carteles y peinando cunetas. Le queda la esperanza de que, si los servicios de limpieza no lo han recogido, es que está vivo. Tal vez alguien lo tenga y al ver el cartel se le encoja un poco el corazón de pensar en sus dueños - o en la recompensa - y lo devuelva. Mientras no haya noticias, ni buenas ni malas, ellos seguirán buscando a Pancho.
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sábado, 16 de enero de 2010

Quincena PG


Pues ya está, ya tengo hermana. Es menos peluda que yo, un poco más alta, menos abierta, algo más miedosa... vamos, que nos parecemos como un huevo a una castaña.



Hoy hemos ido toda la familia, excepto ChiPina, la jerba que no me quieren dar de merendar y que vive en un jerbo-chalete en la habitación de éste, a formalizar la adopción de Quincena. La espera en el albergue de ALBA ha merecido la pena, y a la vuelta nos han dado salchichas y todo para celebrarlo. Dice mi madre que ya podemos poner su foto en Internet, así que, hermana, bienvenida a mi blog.



¿A que en el fondo somos como dos gotas de agua?
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domingo, 10 de enero de 2010

Nieve


Cómo lo pasamos los perrillos en la nieve - si no eres friolero y si te ponen un buen chubasquero, como a los PG. Nos encanta saltar sobre ella, intentar correr, revolcarnos en ella, juegar como si fuésemos unos cachorros. Deberíais ver el vídeo de Tropi, la perrilla de mi novia, en Ávila. ¡Es un punto! El único inconveniente que yo le veo a esto de la nieve es que se me solidifica entre los pelos y hay un momento en que no puedo con el bloque que llevo adherido a las patas, pero enseguida pongo cara de circunstancias y alguno de estos dos viene a socorrerme. Un par de meneos y como nuevo, a seguir haciendo el burro.



Y al llegar a casa, un baño con agua tibia para quitarnos el hielo de encima y corriendo a nuestro cojín, a recuperar temperatura. Pero hay otros colegas que no tienen tanta suerte.

Me refiero a esos que viven abandonados en grandes fincas, de las que algún día escapan buscando compañía o algún sitio donde resguardarse de la lluvia; me refiero a aquellos cuya salud ha ido deteriorándose con la vida a la intemperie; pienso en aquellos que no tienen chubasquero ni quien se lo ponga y que vagan por los arcenes; recuerdo a aquellos colegas de protectoras que no tienen calefacción en sus cheniles; en definitiva, pienso en otros que tienen menos suerte que yo y que tal vez, esta blanca Navidad, morirán de frío.
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